Una frontera bajo tensión: la tierra tiembla entre Venezuela y Colombia

A las 10:51 de la noche del miércoles 24 de septiembre, mientras millones de colombianos se preparaban para el descanso, la tierra decidió hacerse sentir con fuerza. Un sismo de magnitud 6,3 sacudió varias regiones del país, con epicentro en Mene Grande, Venezuela, según confirmó el Servicio Geológico Colombiano. El estremecimiento fue breve, pero contundente, como una advertencia que viajó subterránea desde el vecino país hasta los suelos colombianos.

Inicialmente, el movimiento fue reportado con una magnitud de 7,2, lo que generó alarma en redes sociales y entre los organismos de emergencia. Sin embargo, tras una revisión técnica, la cifra fue corregida a 6,3 en la escala de Richter. Aun así, el temblor mantuvo su carácter severo, debido a su escasa profundidad: apenas 10 kilómetros. Un sismo superficial, como lo califican los expertos, es mucho más perceptible, y por eso se sintió con intensidad en varias ciudades del oriente colombiano.

El epicentro coincidió con el mismo lugar que horas antes había sido escenario de otro temblor. Mene Grande, en el estado Zulia, parece haberse convertido en el epicentro emocional y geológico de una jornada que registró al menos 14 movimientos telúricos en total, incluyendo réplicas que mantuvieron a la población en vilo hasta bien entrada la noche. El último, de magnitud 4,5, se reportó a las 11:06 p. m., apenas minutos después del sacudón principal.

Municipios cercanos como San Timoteo, Bachaquero y Tía Juana también registraron el impacto del temblor, aunque sin reportes de víctimas ni daños materiales graves. Del lado colombiano, los informes preliminares de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) tranquilizaron a la ciudadanía al confirmar que no existe riesgo de tsunami, una posibilidad que suele preocupar tras movimientos de esta magnitud.

Más allá del miedo inmediato, el fenómeno dejó una vez más en evidencia la vulnerabilidad sísmica de la región y la necesidad de una cultura de prevención más robusta. Colombia y Venezuela comparten una frontera geológica activa, y cada sacudida es un recordatorio de que el suelo bajo nuestros pies está en constante movimiento. No es un tema de azar, sino de placas tectónicas que se rozan, se oprimen y, de vez en cuando, se liberan con violencia.

Las autoridades reiteraron el llamado a reportar cualquier sismo sentido a través del formulario dispuesto por el Servicio Geológico Colombiano en la página sismo sentido.sgc.gov.co. Este mecanismo no solo permite mapear el alcance de los temblores, sino que se convierte en una herramienta clave para afinar los sistemas de alerta y reacción ante emergencias naturales.

Mientras la tierra vuelve a su aparente calma, queda el eco de una noche en la que millones sintieron cómo el mundo temblaba bajo sus pies. Y aunque los movimientos telúricos son parte de la dinámica natural del planeta, cada uno de ellos nos recuerda que, en este rincón del continente, la estabilidad es apenas una ilusión geológica.

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