Una cita con el espíritu marcial: más de 200 karatecas se reunirán en Medellín este domingo

En un país donde el fútbol suele acaparar titulares y pasiones, este domingo Medellín será epicentro de una celebración silenciosa, pero profundamente poderosa: la del karate do tradicional. En el Coliseo de la Universidad de Medellín, desde las ocho de la mañana, se abrirán las puertas no solo a un torneo, sino a una manifestación de disciplina, respeto y legado. La edición número 17 del Torneo Nacional Interclubes de Karate Do Tradicional reunirá a más de 200 practicantes de esta noble arte marcial, provenientes de distintos rincones de Colombia.

Quince clubes, de los veintidós que hacen parte del Instituto Colombiano de Karate Do Tradicional, llegarán a la capital antioqueña representando seis departamentos. El evento, que ya se ha convertido en una cita ineludible para los cultores del karate tradicional, reunirá en un mismo tatami a niños de apenas cuatro años con cinturones que apenas empiezan a teñirse, y a veteranos que superan los sesenta, cuyos cuerpos aún responden con precisión a las enseñanzas del dojo.

El sensei Barlaam Pizarro Castro, referente indiscutido de esta disciplina en el país y director del instituto organizador, subraya el carácter formativo y comunitario del encuentro: “Desde los más pequeños hasta los mayores, este torneo es una fiesta de principios. No se trata solo de competir, sino de compartir, de transmitir un legado que va más allá del combate”, dice con la serenidad de quien entiende que el karate, antes que un deporte, es una forma de vida.

El reglamento que regirá las competencias será el de la International Traditional Karate Federation (ITKF), organismo que custodia con rigor la esencia del karate tradicional. Esa misma esencia que se encarna en cada saludo, en cada kata ejecutado con concentración casi religiosa, y que distingue a esta vertiente del más reciente y popular karate deportivo. En este contexto, nombres como Emiliano Zuleta (infantil), Luciana Botero (juvenil) y Felipe Montoya (mayores) se perfilan como protagonistas, no solo por su destreza, sino por el respeto que demuestran hacia el arte que practican.

El evento también será un espacio para entender las diferencias entre el karate tradicional y su versión deportiva. Mientras el segundo se enfoca en la competencia reglada, la medalla y el punto, el primero mira hacia adentro: busca formar al individuo, templar el carácter, enseñar a defenderse no solo de un ataque físico, sino de las amenazas cotidianas que exige la vida. El tatami, entonces, se convierte en un espejo del alma y no simplemente en un cuadrilátero de combate.

Así, el Torneo Nacional Interclubes será más que una suma de combates. Será un encuentro intergeneracional donde se respira filosofía oriental en medio de un contexto colombiano, donde las familias acompañan, los niños observan y los maestros corrigen con paciencia. Una especie de templo temporal donde la fuerza y la suavidad se encuentran, y donde la victoria más significativa no es la que se grita al final del combate, sino la que se cultiva en el interior.

En tiempos de prisa, inmediatez y espectáculo, este torneo recuerda que hay otros ritmos posibles. Ritmos que se miden en respiraciones controladas, en reverencias silenciosas y en la elegancia de un golpe que se detiene a milímetros del oponente. Este domingo, Medellín será testigo de una cita con el espíritu marcial. Una fiesta de valores, tradición y técnica que dignifica el cuerpo, eleva la mente y honra el alma.

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