En un mundo que clama por líderes con visión global, conciencia ambiental y sensibilidad humana, el Colegio Marymount de Medellín ha dejado una huella indeleble en tierras británicas. La reciente participación de una delegación de 20 estudiantes en las British English Olympics (BEO) 2025, celebradas en Londres, no solo fue un hito académico, sino una manifestación viva del talento, la empatía y la formación integral que este colegio cultiva. Allí, donde confluyeron más de 600 jóvenes de 30 países, el equipo antioqueño se alzó con el premio Fair Play, símbolo de respeto, honestidad y cooperación.
El certamen, organizado por Oxford Education, giró en torno a un tema tan urgente como inspirador: la sostenibilidad. En este contexto, los estudiantes fueron desafiados a pensar y argumentar en inglés sobre soluciones innovadoras para enfrentar las amenazas que aquejan al planeta. Un ejercicio que no solo exigió competencia lingüística, sino también pensamiento crítico, compromiso con el entorno y un profundo sentido ético. Y fue allí donde los jóvenes del Marymount demostraron que la excelencia académica cobra mayor valor cuando va acompañada de una actitud solidaria y consciente.
María Isabella Ramírez Ortiz, estudiante de octavo grado, resumió la experiencia con palabras que revelan madurez y gratitud: “No fue solo una competencia. Aprendí a trabajar en equipo, conocí personas valiosas y siento que soy una mejor persona”. Su testimonio es reflejo de una vivencia transformadora, donde la competencia sana se entrelazó con la amistad, el respeto y la diversidad cultural.
Pero el reconocimiento no terminó allí. Helena Piedrahita fue nominada al premio Kind, distinción que celebra la bondad y la generosidad. Este gesto cobra especial relevancia en un mundo competitivo donde la amabilidad suele ser subestimada. En contraste, este tipo de galardones recuerdan que el liderazgo del futuro será amable o no será. La empatía, como lo demuestra el caso de Helena, puede ser tan poderosa como la elocuencia.
Igualmente meritorias fueron las nominaciones de las mentoras María Restrepo y Catalina Caicedo al premio Care, que destaca a quienes ejercen su rol con un profundo sentido del cuidado hacia los demás. En ellas se reconoce el valor de una pedagogía que no solo instruye, sino que inspira y acompaña. Un recordatorio de que los grandes logros educativos nacen del compromiso genuino de quienes guían con vocación.
Este tipo de experiencias internacionales representan mucho más que un viaje o un trofeo. Son oportunidades para proyectar la mejor versión del país en escenarios globales, donde el talento colombiano se visibiliza no solo por sus capacidades académicas, sino por sus valores humanos. El Marymount, único colegio de Medellín en el evento, actuó como embajador del respeto, la inclusión y la responsabilidad.
En medio de las tensiones del mundo actual, noticias como estas alimentan la esperanza. Jóvenes que dialogan en lenguas extranjeras sobre problemas universales, que conviven con otras culturas desde el respeto mutuo, y que regresan a casa con una visión más amplia del mundo, son la prueba de que la educación, cuando es integral, tiene el poder de transformar realidades.
El regreso de esta delegación a Colombia no marca un final, sino un punto de partida. Porque más allá de los premios, lo que queda es un aprendizaje profundo y una misión: seguir construyendo un país donde la educación sea el puente hacia un futuro más justo, más sostenible y más humano.