Trump cumple su amenaza y revela nuevos aranceles para el mundo desde agosto: ¿Cómo queda Colombia?

Como si el comercio global fuera un tablero de ajedrez, Donald Trump volvió a mover las fichas con su estilo característico: directo, disruptivo y sin margen para la diplomacia. En la noche del jueves, desde la Casa Blanca, el expresidente —y actual candidato a la reelección— anunció la entrada en vigor de un nuevo esquema de aranceles que promete reconfigurar las reglas del intercambio mundial. Aunque inicialmente se esperaba que las medidas comenzarán a regir este viernes 1° de agosto, el gobierno estadounidense decidió postergar su aplicación hasta el 7 del mismo mes, generando un respiro breve, pero lleno de incertidumbre para países como Colombia.

El nuevo plan contempla un arancel “universal” del 10% para todos los bienes que ingresen a territorio estadounidense, un tributo que ya había sido sugerido por Trump desde abril y que ahora toma forma con rango ejecutivo. Pero la medida, lejos de ser uniforme, tiene matices. El 10% se aplicará únicamente a los países con los que Estados Unidos tiene superávit comercial, es decir, aquellos a los que les vende más de lo que les compra. Colombia, al ser uno de ellos, se encuentra en este primer grupo, aunque con una incógnita que aún no despegan ni el Gobierno Nacional ni los gremios.

La política proteccionista de Trump también incluye un segundo nivel de gravamen: el 15%, destinado a las naciones con las que Estados Unidos presenta déficit comercial. En otras palabras, países a los que compra más de lo que exporta. Este grupo incluye cerca de 40 economías, entre ellas potencias como China, México y Vietnam. Además, existe una tercera categoría de países que podrían enfrentar tarifas aún mayores, por razones geopolíticas o por el fracaso de negociaciones bilaterales recientes. Se trata de un menú de sanciones arancelarias que responde más a un enfoque de presión que a una lógica de cooperación comercial.

En lo que respecta a Colombia, aún no hay certeza sobre cuál será la tarifa final que le imponga Estados Unidos. La Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex) y la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia) están analizando con lupa los detalles de la orden ejecutiva firmada por Trump. Lo preocupante es que el documento no especifica si al país se le mantendrá el arancel del 10% establecido en abril, o si este se duplicará a 20%, como castigo indirecto por no haber renegociado términos más favorables en los últimos meses.

El impacto para Colombia no sería menor. Estados Unidos es el principal socio comercial del país, receptor de buena parte de las exportaciones agrícolas, textiles y mineras. Un aumento en los aranceles pondría en riesgo la competitividad de esos productos en el mercado norteamericano, afectando no solo a grandes exportadores, sino también a pequeños empresarios y cooperativas que dependen de ese flujo comercial. En otras palabras, más que una cifra, el posible 20% sería un golpe al corazón del comercio bilateral.

En medio de este nuevo panorama, el gobierno colombiano guarda prudencia. Desde el Ministerio de Comercio se ha señalado que se está “evaluando el alcance jurídico de la medida” y se ha solicitado una reunión técnica con la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos. Aunque aún hay espacio para el diálogo, lo cierto es que la postura de Trump marca una línea clara: o se aceptan sus reglas, o se paga el precio. En ese sentido, Colombia deberá definir rápidamente si acoge la imposición, la discute o la combate a través de mecanismos internacionales.

Así, Trump vuelve a poner en jaque al comercio mundial en pleno año electoral, apelando al nacionalismo económico como bandera de campaña. Y mientras los grandes bloques reaccionan con cautela, países como Colombia quedan en medio de una tormenta arancelaria que no provocaron, pero que tendrán que sortear con inteligencia y diplomacia. Porque cuando Estados Unidos estornuda, a América Latina —como siempre— le da gripa.

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