Tierras en vilo: la temporada de lluvias deja una estela de tragedias en Antioquia

En Antioquia, la temporada invernal vuelve a pasar factura con una fuerza que supera las previsiones oficiales. Las autoridades departamentales confirmaron que 39 personas han perdido la vida este año como consecuencia de deslizamientos, un saldo que refleja la magnitud del deterioro ambiental y la vulnerabilidad de los territorios más afectados.

El Sistema de Alerta y Monitoreo de Antioquia (SAMA) registró 292 movimientos en masa en lo corrido del año. Aunque junio, julio y agosto suelen representar un respiro por la disminución de lluvias, en 2024 ese compás nunca llegó: el verano fue breve y el cielo jamás terminó de despejarse. El resultado fue una saturación temprana de los suelos.

Esta saturación no hizo más que preparar el terreno para una segunda temporada de lluvias particularmente agresiva. Con el inicio de septiembre, las pendientes debilitadas comenzaron a ceder, especialmente en zonas donde la combinación de topografía, degradación del suelo y alta pluviosidad suele generar desastres recurrentes.

Las subregiones del Oriente, el Suroeste, el Occidente y el Valle de Aburrá concentran la mayor cantidad de incidentes. Sin embargo, hay áreas donde la situación ya escala a niveles críticos y exige vigilancia permanente de los organismos de gestión del riesgo.

El Occidente y el Bajo Cauca se consolidan como los puntos más vulnerables del departamento. Municipios como Caucasia, Nechí, El Bagre, Zaragoza, Segovia, Vigía del Fuerte, Frontino y Murindó se encuentran bajo alerta roja por riesgo de inundaciones. A esta lista se suma Urrao, en el Suroeste, donde las quebradas y afluentes muestran comportamientos irregulares.

La declaratoria de alerta roja obligó a las administraciones locales a activar sus planes de respuesta. Equipos de socorro, bomberos, unidades de gestión del riesgo y voluntarios han sido desplegados para atender deslizamientos, evacuar familias y monitorear ríos que continúan creciendo.

El Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres de Antioquia (Dagran) insiste en que la situación exige no solo acciones inmediatas, sino también análisis técnicos que permitan anticipar y mitigar nuevas emergencias. Mantener actualizados los protocolos puede ser la diferencia entre daños materiales y pérdidas irreparables.

En esa línea, el Dagran presentó recientemente, junto con la Universidad Nacional de Colombia, los resultados de un estudio integral sobre susceptibilidad, vulnerabilidad, amenaza y riesgo por movimientos en masa. El documento proporciona un mapa detallado de los puntos más frágiles del territorio y recomienda intervenciones urgentes.

Mientras tanto, las comunidades permanecen en vilo. La combinación de lluvias persistentes, ríos crecidos y laderas debilitadas perfila un cierre de año complejo. Para los habitantes de Antioquia, la esperanza se centra en que las autoridades, la ciencia y la prevención logren adelantarse a una naturaleza que parece no dar tregua.

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