Supersalud: la silla movediza del gobierno Petro. Rubiano sale y Bernardo Camacho entra

Con la salida de Giovanny Rubiano García de la Superintendencia Nacional de Salud, el presidente Gustavo Petro completa su cuarto cambio en esa entidad clave para el sistema de salud colombiano. El movimiento, aunque sorpresivo en su forma, no lo fue tanto en su fondo: Rubiano ya cargaba con cuestionamientos y rumores sobre su gestión, y su salida era, para algunos sectores, solo cuestión de tiempo.

La noticia comenzó a circular con fuerza luego de que la Presidencia publicará la hoja de vida de su reemplazo, el ex interventor de la Nueva EPS, Bernardo Camacho, lo que confirmó que el cambio en la Supersalud era un hecho. Aunque no se ha emitido un comunicado oficial con los motivos de la salida, fuentes cercanas al Gobierno y a la entidad hablan de tensiones internas, posibles irregularidades administrativas y, sobre todo, la pérdida de confianza del Ejecutivo.

Rubiano, quien había llegado al cargo en 2022 con un perfil técnico y con respaldo del Pacto Histórico, terminó saliendo bajo una atmósfera parecida a la de sus antecesores: con sombras de posibles investigaciones, denuncias en camino y un evidente desgaste institucional. En menos de cuatro años de gobierno, Petro ha tenido que nombrar a cuatro superintendentes en una de las entidades más sensibles del sistema de salud.

Uno de los primeros en advertir públicamente la salida de Rubiano fue el representante a la Cámara Andrés Forero, del Centro Democrático, quien aseguró a principios de octubre que una denuncia en contra del funcionario habría llevado al presidente a retirarle su apoyo. Aunque no se conocen detalles oficiales sobre dicha denuncia, su existencia habría sido suficiente para encender las alarmas en la Casa de Nariño.

Más allá de las presiones externas, dentro de la Supersalud también se hablaba desde hace semanas de cambios inminentes. Se señalan inconsistencias en algunos procesos contractuales, presuntas irregularidades y un ambiente tenso en el interior de la entidad. A esto se sumaba el hecho de que Rubiano no logró consolidar una política clara frente a las EPS, en medio de la discusión sobre la reforma a la salud impulsada por el Gobierno.

El reemplazo de Rubiano será Bernardo Camacho, un hombre de confianza del Gobierno que ya había tenido visibilidad como agente interventor de la Nueva EPS, una de las entidades más grandes del país. Su nombramiento parece enviar un mensaje de continuidad en el modelo de intervención directa sobre las aseguradoras, una estrategia que ha sido cuestionada por algunos sectores pero respaldada por el Ejecutivo.

Camacho llega con el reto de restaurar la credibilidad de la Supersalud, garantizar la vigilancia efectiva de las EPS y enfrentar una coyuntura compleja: el deterioro en la atención a los usuarios, las deudas acumuladas en el sector y el incierto futuro de la reforma a la salud, que aún transita con dificultad en el Congreso. Su cercanía con el Ministerio de Salud y su experiencia previa podrían jugar a favor, pero también le exigirán resultados inmediatos.

Así, mientras se define el rumbo de una de las reformas más ambiciosas del actual Gobierno, la Supersalud sigue siendo un terreno en disputa, donde las tensiones políticas, los escándalos y los cambios abruptos han impedido una gestión estable y duradera. Rubiano se va en silencio, y Camacho entra con la expectativa de que esta vez, al menos por un tiempo, la silla de la Superintendencia deje de ser una silla movediza.

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