¿Sin pasaportes en agosto? Una cuenta regresiva que ya empezó

En medio del silencio institucional y las largas filas que se replican en las oficinas de pasaportes de todo el país, conoció en primicia una alerta que podría dejar sin salida —literal y simbólicamente— a miles de ciudadanos en las próximas semanas. Según fuentes de alto nivel en la Cancillería, el país apenas cuenta con material suficiente para producir pasaportes durante 21 días hábiles más, lo que significa que, si no se toman medidas urgentes, la expedición del documento que permite entrar y salir de Colombia podría verse interrumpida antes del 1 de septiembre.

La preocupación no es menor. Desde el inicio de la actual crisis por la contratación del servicio de impresión de pasaportes, la demanda se ha disparado a cifras inéditas: más de 13.000 solicitudes diarias, muy por encima del promedio habitual de entre 4.000 y 5.000. Esta presión ha reducido drásticamente las reservas de libretas, chips biométricos y demás insumos necesarios para fabricar un pasaporte conforme a los estándares internacionales. Hasta hace una semana, cuando Laura Sarabia aún fungía como canciller, quedaban unas 300.000 libretas. Hoy se calcula que hay menos de 280.000.

El dato es demoledor: a ese ritmo de expedición, Colombia solo tendría pasaportes para cubrir un máximo de tres semanas laborales. La cifra deja al descubierto la precariedad de la planeación estatal y la improvisación con la que se ha manejado un asunto que, aunque técnico, tiene consecuencias diplomáticas, migratorias y humanas. ¿Qué pasará con quienes tienen viajes programados? ¿Qué destino le espera a los ciudadanos que necesitan renovar su documento por razones médicas, académicas o laborales?

El meollo del asunto radica en el contrato con Thomas Greg & Sons (TGAS), empresa encargada hasta ahora de la elaboración de los pasaportes. Ese contrato finaliza el próximo 1 de septiembre. Pero, contrario a lo que se podría suponer, eso no garantiza que haya servicio hasta esa fecha. El problema no es legal, es físico: las existencias podrían agotarse antes de que el calendario marque septiembre. Y si no hay insumos, no hay libretas. Y si no hay libretas, no hay pasaportes.

En los pasillos del Gobierno suenan toda clase de posibles soluciones, algunas más fantasiosas que reales. Uno de los personajes que ha impulsado alternativas sin mucha viabilidad técnica es Alfredo Saade, quien ha sugerido opciones que, según fuentes expertas consultadas por este diario, no tienen sustento ni viabilidad en el corto plazo. Mientras tanto, en las oficinas de la Cancillería, los funcionarios hacen malabares para estirar un inventario que se achica con cada solicitud procesada.

La situación se complica porque, además del agotamiento de insumos, el proceso licitatorio para el nuevo contrato sigue enredado en una disputa jurídica y política que ha dejado más preguntas que respuestas. ¿Por qué no se anticiparon a esta escasez? ¿Cómo garantizarán que haya continuidad en la expedición del documento? ¿Quién responderá si se produce un colapso total del sistema?

En un país donde la burocracia avanza con más lentitud que la ciudadanía que necesita moverse, el reloj avanza sin pausa. Si no se actúa de forma inmediata y con criterio técnico, miles de colombianos podrían encontrarse en cuestión de semanas ante una realidad inédita: tener su maleta lista, su boleto comprado… pero ningún pasaporte con el cual cruzar la frontera.

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