El Congreso de la República ha dado un paso crucial en el camino hacia una nueva arquitectura del trabajo en Colombia. Ayer, en una jornada decisiva, el Senado aprobó los artículos más sensibles de la reforma laboral que ha sido motivo de debate nacional durante los últimos meses. Más allá de las consignas ideológicas, esta reforma impactará de manera directa la cotidianidad de millones de trabajadores y empresarios: cambiarán los horarios, los pagos por horas extra y los recargos dominicales, pilares esenciales de la dinámica laboral en el país.
Uno de los puntos más transformadores de esta nueva legislación es la redefinición de la jornada diurna y nocturna. El artículo 11, aprobado con el respaldo de las mayorías del Senado, establece que el nuevo horario diurno irá desde las 6:00 de la mañana hasta las 7:00 de la noche. Esto significa que todo trabajo que se realice después de las 7:00 p. m. tendrá un valor adicional, al ser considerado como nocturno. La medida ha sido celebrada por sectores sindicales que durante años pidieron revertir la reforma de 2002, que extendía la jornada diurna hasta las 10:00 p. m.
Los expertos en Derecho Laboral coinciden en que esta modificación no es menor. Al acortar el tramo de la jornada diurna, se incrementan las probabilidades de que los trabajadores reciban pagos adicionales por laborar en horarios extendidos, un derecho que había sido diluido en las últimas décadas. No obstante, advierten que este cambio no será inmediato: la nueva definición de jornadas comenzará a regir seis meses después de que el presidente sancione la ley, tiempo en el que las empresas deberán prepararse para ajustar sus turnos, sus presupuestos y su cultura organizacional.
Otro de los artículos claves aprobados redefine el tratamiento de las horas extra y los recargos dominicales. En concreto, se fortalece el pago de recargos por trabajar en días de descanso obligatorio, y se establece con mayor claridad el tope de horas suplementarias permitidas a la semana. Según la reforma, los trabajadores tendrán derecho a una remuneración más justa cuando deban extender su jornada o sacrificar su domingo, en consonancia con el principio constitucional del trabajo digno.
El tejido empresarial, sin embargo, ha expresado preocupación por los efectos financieros que estas medidas pueden traer, especialmente en sectores como el comercio, el transporte y los servicios, donde las jornadas extendidas y el trabajo dominical son frecuentes. Desde gremios como Fenalco y la ANDI se ha advertido que esta reforma puede aumentar significativamente los costos operativos, en un contexto económico que aún no se recupera del todo. Las pequeñas y medianas empresas podrían ser las más afectadas si no se ofrecen mecanismos de adaptación progresiva.
Para los trabajadores, en cambio, esta reforma es una promesa largamente esperada: recuperar derechos que fueron erosionados en nombre de la flexibilización laboral. La ampliación de los recargos, el reconocimiento del trabajo nocturno en horarios más ajustados a la realidad biológica, y la regulación clara de las horas extra son elementos que apuntan a dignificar la relación laboral. Pero el reto será garantizar que estas conquistas no se queden en el papel, sino que se apliquen efectivamente en todo el territorio nacional.
Con esta reforma, el país inicia un proceso de reconfiguración laboral que exigirá diálogo permanente entre empleados, empleadores y el Estado. La clave estará en implementar con responsabilidad y equilibrio una normatividad que intenta ponerse a tono con estándares internacionales, sin desestabilizar la economía nacional. Lo cierto es que la jornada laboral en Colombia ya no será la misma, y el reloj, a partir de ahora, contará una historia distinta.