Después de dos años de enfrentamientos implacables, una primera luz asoma en el horizonte del conflicto entre Israel y Hamás. Las partes han llegado a un entendimiento preliminar para implementar un cese al fuego y comenzar el intercambio de prisioneros y rehenes, en una fase inicial de lo que se espera sea un acuerdo de paz histórico. El anuncio, hecho este jueves por los países mediadores —Catar, Egipto, Estados Unidos y Turquía—, plantea una hoja de ruta delicada, pero concreta, hacia la desescalada del conflicto que ha cobrado miles de vidas en la Franja de Gaza.
En el corazón de esta primera fase del acuerdo está la liberación de 20 rehenes israelíes que, según las autoridades, se encuentran con vida, a cambio de la excarcelación de 2.000 palestinos detenidos en cárceles israelíes. La medida, que refleja concesiones significativas de ambas partes, estará acompañada de un alto el fuego que comenzaría en un plazo de 72 horas, si se superan los últimos obstáculos políticos y logísticos. La comunidad internacional observa con expectativa y cautela.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue uno de los primeros en confirmar el acuerdo a través de su red social Truth Social. “Todos los rehenes serán liberados pronto e Israel retirará sus tropas a una línea acordada, como los primeros pasos hacia una paz fuerte, duradera y eterna”, escribió el mandatario, quien ha convertido este avance en una pieza clave de su política exterior, especialmente en un año electoral decisivo.
Sin embargo, el anuncio todavía debe sortear el filtro de la política interna israelí. La oficina del primer ministro Benjamin Netanyahu aclaró que el pacto aún no es definitivo, pues necesita el visto bueno del gabinete de seguridad israelí, convocado este jueves a las 15H00 GMT. Algunos sectores del gobierno, especialmente el ala más radical, se muestran reacios a ceder terreno militar o a liberar prisioneros palestinos sin mayores garantías de estabilidad a largo plazo.
La mediación de Catar ha sido crucial en la arquitectura de este acuerdo. El pequeño emirato, que ha ganado protagonismo en los escenarios diplomáticos del Medio Oriente, sostuvo negociaciones simultáneas con líderes de Hamás en Gaza y con enviados israelíes en distintos puntos de Europa y Oriente Medio. La participación de Egipto y Turquía también fue determinante para generar un marco de confianza mínimo entre los actores, históricamente enfrentados y marcados por décadas de mutua desconfianza.
Fuentes cercanas al proceso indicaron que esta primera fase se enmarca en un acuerdo más amplio de 20 puntos, elaborado con fuerte influencia de la Casa Blanca, que busca no solo detener las hostilidades, sino trazar una ruta hacia una paz sostenible. Los siguientes pasos incluirían el retiro progresivo de las tropas israelíes, la apertura humanitaria de corredores seguros en Gaza y la reconstrucción de infraestructura civil bajo supervisión internacional.
El acuerdo también contempla el aumento inmediato del ingreso de ayuda humanitaria, especialmente alimentos, medicamentos y suministros básicos, que serán canalizados a través de Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales presentes en Gaza. La situación humanitaria en la Franja es dramática: hospitales colapsados, escasez de agua y energía, y más de dos millones de personas en situación de riesgo alimentario, según informes recientes de la ONU.
Por ahora, el mundo contiene el aliento. Las palabras «paz duradera» han sido pronunciadas demasiadas veces en vano en este rincón del planeta. Pero si esta primera fase logra concretarse, se abriría una oportunidad sin precedentes para poner fin a uno de los conflictos más enconados del siglo XXI. El reloj ya corre, y con él, la esperanza —pero también la presión— de que esta vez, la historia no se repita.