Persiste la máxima gravedad el drama clínico de Miguel Uribe Turbay

En medio de una creciente incertidumbre política y emocional, el país sigue con el corazón en vilo por la salud del senador Miguel Uribe Turbay, quien permanece en estado crítico desde el atentado que sufrió el pasado 7 de junio en Bogotá. La Fundación Santa Fe, centro médico donde se encuentra internado, emitió en la mañana de este lunes un nuevo parte clínico en el que reitera la gravedad de su estado. “Persiste su condición clínica de máxima gravedad, con pronóstico reservado”, señala el comunicado emitido a las 7:10 a.m. del 17 de junio.

El ataque, ocurrido durante un evento político en el barrio Modelia, sacudió a la opinión pública y dejó al descubierto la vulnerabilidad de la dirigencia política en medio de una campaña polarizada. Uribe Turbay, senador del Centro Democrático y una de las figuras emergentes de la derecha colombiana, fue blanco de un atentado que, hasta ahora, no ha sido reivindicado por ningún grupo. El impacto del ataque no sólo fue físico, sino simbólico: tocó las fibras más sensibles de una democracia que se debate entre la confrontación ideológica y la necesidad de respeto por la vida.

Desde el primer momento, la situación médica del senador ha sido crítica. Ha requerido al menos tres intervenciones quirúrgicas, una de ellas de carácter urgente, tras presentar complicaciones severas producto de las heridas sufridas. El domingo 15 de junio, fue llevado nuevamente al quirófano luego de que los médicos detectaran un edema cerebral persistente y un sangrado de difícil control. La operación de emergencia, aunque necesaria, marcó un deterioro en su evolución clínica.

La Fundación Santa Fe ha manejado con sobriedad y profesionalismo la comunicación sobre el estado del paciente, manteniendo la reserva médica pero siendo contundente en sus valoraciones. “Condición de máxima gravedad” y “pronóstico reservado” son expresiones que han sido repetidas en cada parte, reflejando el complejo escenario que enfrentan los médicos y la familia del senador. En estos días, el silencio de los pasillos del centro hospitalario ha sido atravesado por oraciones, angustia y solidaridad.

La figura de Miguel Uribe Turbay, nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala y descendiente de una de las familias políticas más tradicionales del país, ha cobrado especial notoriedad en los últimos años. Su precandidatura presidencial fue interpretada como un intento por renovar las banderas del uribismo con una cara joven y un discurso de firmeza institucional. Hoy, sin embargo, su destino político está en pausa, subordinado al vaivén de un pronóstico médico que sigue sin ofrecer certezas.

Mientras tanto, el país se enfrenta a una paradoja dolorosa: la de seguir debatiendo proyectos, reformas y visiones de nación con una silla vacía en el Congreso y un ausente que, hasta hace apenas unas semanas, animaba los debates más candentes con vehemencia. Las redes sociales, el Congreso y los partidos han mostrado una solidaridad transversal, en un gesto infrecuente pero necesario: la defensa de la vida por encima de la confrontación.

Lo que suceda en las próximas horas será crucial. El parte médico de hoy mantiene la alerta roja y obliga a la prudencia. Por ahora, solo queda esperar y acompañar, desde todos los rincones del país, la lucha de Miguel Uribe Turbay por la vida. En la política y en la medicina, a veces la esperanza también escribe su propio relato.

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