En un esfuerzo por recuperar la limpieza y el orden de sus espacios públicos, Medellín ha puesto en marcha un programa innovador que involucra a 139 ‘guardianes’ del espacio público. Estos profesionales no solo vigilan la correcta disposición de los residuos sólidos, sino que también sensibilizan a los ciudadanos sobre la importancia del cuidado ambiental. Con una inversión de $2.644 millones, la ciudad busca promover una cultura de respeto hacia el entorno urbano, recuperando los puntos críticos de basura y transformando a Medellín nuevamente en la ciudad limpia y organizada que muchos recuerdan como la «tacita de plata».
El programa tiene un impacto directo en las comunidades, ya que los ‘guardianes’ realizan visitas puerta a puerta, tanto en viviendas como en comercios, brindando información clave sobre la correcta separación de residuos, los horarios de recolección y las sanciones por incumplir con las normas. Esta labor educativa ha beneficiado hasta la fecha a más de 273.000 personas, quienes han sido capacitadas para entender el proceso de reciclaje y la importancia de mantener las calles y parques libres de basura. Como resultado, los espacios públicos han comenzado a recuperar su identidad y belleza, algo fundamental para la calidad de vida de los medellinenses.
El trabajo no es fácil ni breve. Cada ‘guardián’ tiene a su cargo la recuperación de puntos específicos, previamente identificados por la Secretaría de Medio Ambiente, como críticos en cuanto a la disposición de basuras. Estos lugares han sido transformados mediante acciones como la creación de ecohuertas, ornamentación y poda, lo que no solo embellece la ciudad, sino que también fomenta el sentido de pertenencia entre los ciudadanos. La subsecretaría de Servicios Públicos ha sido fundamental en este proceso, ya que se encarga de la apropiación del espacio y de trabajar directamente con los líderes comunitarios para fomentar la corresponsabilidad ciudadana.
Uno de los aspectos más destacables de este programa es el enfoque colaborativo. A través de mesas de trabajo con la comunidad y las instituciones educativas, se busca construir una conciencia colectiva que valore y respete el espacio público. Este esfuerzo tiene como objetivo no solo resolver los problemas inmediatos de basura en zonas críticas, sino también inculcar hábitos sostenibles que perduren a largo plazo. Como aseguró la subsecretaria de Servicios Públicos, Manuela García Gil, la vigilancia constante en estos sitios ha permitido detectar y corregir comportamientos erróneos, ayudando a la comunidad a asumir un compromiso con el manejo adecuado de residuos.
Desde la implementación de este programa en noviembre, se han recuperado ya 16 de los 71 puntos críticos identificados en la ciudad. Entre estos, destacan espacios emblemáticos como el Segundo Parque de Laureles, el Parque Ecológico Santa Lucía y el sector de la Avenida Regional en Moravia. Estos lugares, que anteriormente eran foco de desorden y acumulación de basura, ahora lucen más limpios y organizados gracias al esfuerzo conjunto entre la administración local y los ciudadanos. El éxito de estas transformaciones demuestra que cuando se combina la acción institucional con la participación activa de la comunidad, los resultados son tangibles y positivos.
Los comerciantes también han visto los beneficios del programa. Luz Stella Jaramillo, una comerciante ubicada en la carrera Cúcuta, manifestó su satisfacción con el acompañamiento recibido. A pesar de que aún queda trabajo por hacer, destacó la importancia de la orientación en el manejo de residuos, que ha permitido mejorar el entorno y reducir el desorden en su sector. El trabajo de los ‘guardianes’ no solo se limita a sensibilizar, sino también a acompañar a los ciudadanos en su proceso de cambio de mentalidad hacia una ciudad más limpia y ordenada.
Sin embargo, el esfuerzo no se detiene solo en la pedagogía. El gobierno local ha decidido dar un paso más allá y poner en marcha una estrategia de vigilancia en tiempo real. Gracias a las cámaras de seguridad de la ciudad, se busca identificar y sancionar a quienes violen las normas de disposición de escombros y residuos. La sanción por arrojar basura en lugares no permitidos es severa, con multas que pueden alcanzar los $1.518.400. Según el Código de Policía, esta infracción está catalogada como tipo 4, lo que demuestra el compromiso de la ciudad por erradicar este tipo de comportamientos.
El desafío de gestionar los residuos urbanos en una ciudad grande como Medellín nunca ha sido fácil, pero iniciativas como la de los 139 ‘guardianes’ muestran que hay esperanza. Cada vez más ciudadanos se suman a la causa, entendiendo que el cuidado del espacio público no es solo responsabilidad de las autoridades, sino de todos. Si bien aún queda trabajo por hacer, la dirección tomada por la Alcaldía y los ciudadanos demuestra que el cambio es posible. Solo con compromiso, educación y vigilancia será posible recuperar y preservar el orden y la limpieza de los espacios públicos de Medellín, convirtiéndola nuevamente en un ejemplo para otras ciudades del país.