Todavía faltan once meses para que los colombianos elijan a la persona que sucederá a Gustavo Petro en la Casa de Nariño, pero la contienda por el poder ya se libra —y con intensidad— en un escenario donde no hay plazas públicas, debates televisados ni pancartas: las redes sociales. Mientras muchos ciudadanos aún no tienen claro quiénes aspiran a la Presidencia, los precandidatos ya invierten millones para asegurarse de que sus nombres no pasen desapercibidos en el universo digital.
Un estudio de la agencia Toro Digital, centrado en los gastos de pauta en las plataformas de Meta (Facebook e Instagram), reveló el top de los aspirantes que más dinero han invertido entre el 1 de agosto y el 1 de septiembre de 2025. Se trata de una radiografía temprana, pero reveladora, de cómo se empieza a mover la maquinaria electoral en un país donde los algoritmos pueden pesar tanto como las plazas.
El primer lugar del listado lo ocupa Juan Carlos Pinzón, exministro de Defensa y figura recurrente en el tablero político nacional, quien ha invertido más de 62 millones de pesos en pauta digital. Le sigue la periodista Vicky Dávila con una cifra que supera los 50 millones, y cierra el podio el también exministro Mauricio Cárdenas, con una inversión cercana a los 36 millones. Todos ellos han entendido que, en esta nueva era, la visibilidad cuesta, y que el capital político comienza, en muchos casos, con una buena segmentación de audiencia.
El top 10 del estudio lo completan figuras como Juan Guillermo Zuluaga, exgobernador del Meta; la senadora uribista Paola Holguín; el exvicepresidente Germán Vargas Lleras; el excontralor Felipe Córdoba; Miguel Uribe Londoño, actual senador; Juan Daniel Oviedo, exdirector del Dane; y Daniel Palacios, exministro del Interior. Aunque sus perfiles varían en ideología, trayectoria y tono, comparten una estrategia común: invertir fuerte y temprano en las plataformas donde se juega la atención del electorado.
La cifra total invertida por estos 43 precandidatos aún no ha sido revelada en su conjunto, pero lo cierto es que la carrera digital ya va varios pasos adelante de la campaña de calle. En este escenario no hay pancartas en postes ni arengas por altavoz: hay videos cortos, transmisiones en vivo, memes estratégicos, y sobre todo, una intensa segmentación que busca hablarle directamente a cada microaudiencia. En política, el algoritmo ya no es un accesorio: es una herramienta de poder.
La pregunta que flota en el ambiente es si toda esta inversión se traducirá en intención de voto. Porque si bien las redes permiten una presencia constante y moldeable, también son un terreno frágil, donde un error cuesta tanto como una omisión, y donde la viralidad no siempre garantiza legitimidad. La política digital, como se ha demostrado en elecciones recientes en Colombia y el mundo, puede influir en la percepción, pero no siempre en la decisión.
Así, mientras la mayoría de colombianos aún no conoce a todos los aspirantes al poder, ellos ya pelean por nuestra atención, clic a clic, peso a peso. La campaña de 2026 no ha empezado oficialmente, pero el ciberespacio ya está inundado de promesas, rostros y mensajes calculados. La democracia, una vez más, se redefine: ya no solo se disputa en urnas o tarimas, sino también en las pantallas que llevamos en el bolsillo.