Medellín, una de las ciudades más dinámicas de Colombia, también enfrenta un desafío sombrío: las altas tasas de accidentalidad en sus principales vías. En los últimos años, el Observatorio de Movilidad de Medellín ha identificado cuatro corredores viales que concentran la mayor cantidad de muertes y heridos en accidentes de tránsito. La carrera 64 (autopista Norte), la avenida Regional, la autopista Sur y la avenida 33, se destacan no solo por su alta congestión, sino también por el grave riesgo que representan para los conductores y peatones.
Este diagnóstico es el resultado de un análisis exhaustivo de los últimos 16 años de datos sobre accidentes, una información que las autoridades locales no solo han utilizado para entender el fenómeno, sino también para diseñar estrategias de prevención. La Secretaría de Movilidad lanzó una campaña dirigida a disminuir estas cifras alarmantes, y en ella, se instalaron pasavías en puntos estratégicos, recordando a los ciudadanos sobre los peligros inherentes a estas rutas. Este esfuerzo tiene un objetivo claro: salvar vidas.
El corredor más problemático es la autopista Norte, específicamente el tramo entre la glorieta de Coca Cola y el intercambio de Solla. Entre 2008 y 2024, este sector acumuló un total de 13.810 accidentes, de los cuales resultaron 80 muertes y más de 13.700 personas lesionadas. A pesar de los esfuerzos, como la reducción de la velocidad máxima de 80 a 50 km/h desde diciembre de 2020, la autopista sigue siendo un lugar crítico, con cifras de víctimas que no disminuyen de forma significativa. Este año, la situación se ha mantenido, con un muerto y 88 heridos en lo que va del año, lo que pone de manifiesto la urgente necesidad de reforzar las medidas de control.
En segundo lugar se encuentra la avenida Regional, un corredor vial vital para el tránsito de la ciudad, pero también uno de los más peligrosos. Desde la quebrada La Ayurá en Envigado hasta el puente de la Madre Laura, esta vía ha sido escenario de 8.240 accidentes en los últimos 16 años. Con un saldo de 126 muertes y más de 8.100 personas heridas, esta vía muestra cómo, a pesar de su relevancia, las condiciones de seguridad vial no han sido suficientes. Durante el presente año, se han registrado 69 accidentes, que han dejado un muerto y 68 heridos, lo que refleja la continua vulnerabilidad de este tramo.
La autopista Sur, otro de los principales ejes viales de Medellín, también ha sido un punto caliente de accidentes. Con 6.284 incidentes desde 2008, la cifra de muertos en este tramo alcanza las 58 personas, mientras que el número de heridos supera las 6.200. Aunque este año la cifra de muertes se ha mantenido en cero, los 41 accidentes registrados ya muestran el nivel de riesgo que persiste, afectando tanto a conductores como a peatones. Este escenario exige una revalorización de las políticas de seguridad en esta ruta para evitar que la tragedia se repita.
La cuarta vía mencionada en el informe es la avenida 33, un corredor que también ha reportado altas cifras de accidentes, aunque no tan extremas como las de las otras tres. A pesar de ser una de las arterias más transitadas de Medellín, esta vía también ha demostrado ser un punto de alta peligrosidad, principalmente por la mezcla de tráfico pesado, vehículos particulares y motocicletas. Este sector, al igual que los otros, necesita medidas más drásticas para reducir la cantidad de incidentes.
Las estadísticas no solo reflejan un problema de infraestructura, sino también de comportamiento. El secretario de Movilidad de Medellín, Mateo González Benítez, hizo un llamado específico a los motociclistas, uno de los grupos más afectados por estos accidentes. “Respetar los límites de velocidad, las señales de tránsito y, sobre todo, usar el casco”, fue su recomendación. Las motocicletas, por su agilidad y alta presencia en las vías, son responsables de un número significativo de víctimas en accidentes de tránsito, y el cumplimiento de las normas básicas podría salvar muchas vidas.
La situación en Medellín subraya la importancia de un cambio cultural en la conducción. A pesar de los esfuerzos en infraestructura y señalización, las cifras de muertes y heridos no han mostrado una disminución significativa. La campaña lanzada por la Secretaría de Movilidad tiene un carácter preventivo, buscando generar conciencia entre los conductores sobre los riesgos de estas rutas. La educación vial, las sanciones más estrictas y el mejoramiento de las condiciones de las vías son solo algunas de las estrategias que podrían aliviar esta problemática.
Finalmente, la transformación en la seguridad vial de Medellín requiere un enfoque integral. Es necesario un compromiso tanto de las autoridades como de los ciudadanos. Las políticas públicas deben estar acompañadas de una actitud responsable por parte de los conductores, especialmente de aquellos que más arriesgan su vida y la de otros: los motociclistas. Mientras tanto, la ciudad sigue luchando por reducir estos números, y por salvar las vidas que aún están en riesgo en sus principales arterias viales.