El imponente edificio que se levanta en el alto de Las Palmas, visible desde distintos puntos del Valle de Aburrá, ha encendido una discusión que va más allá de la estética y la arquitectura: es el símbolo de un modelo urbano que parece avanzar sin freno, aun sobre terrenos que alguna vez fueron pensados para la conservación y el encuentro con la naturaleza. El proyecto Cuantum, con sus ocho pisos en los predios del parque tecnológico Manantiales, se ajusta a la norma, pero ha desatado un debate sobre los límites —o la falta de ellos— del desarrollo en Envigado.
La sesión del Concejo municipal, celebrada este martes, dejó una conclusión tan clara como inquietante: no hay argumentos legales para detener la construcción. Ni la Alcaldía ni los curadores urbanos tienen herramientas para frenar un proyecto que cumple con los requisitos técnicos del Plan de Ordenamiento Territorial. En otras palabras, aunque la ciudadanía clama por preservar el paisaje, la ley respalda la continuidad de la obra.
Pero el asunto va más allá de un solo edificio. Los funcionarios admitieron que otros siete predios privados en la misma zona podrían seguir el mismo camino. Algunos de esos lotes ya cuentan con proyectos similares, incluso de ocho niveles, promocionados como espacios de “rentas flexibles”. Así, lo que comenzó como una excepción podría convertirse en tendencia, alterando de manera irreversible la silueta verde del alto de Las Palmas.
La controversia estalló tras denuncias ciudadanas sobre una posible afectación a un lote de conservación natural. Vecinos y ambientalistas advierten que la construcción altera el equilibrio ecológico del sector y desfigura el paisaje que durante años ha sido símbolo de la transición entre la urbe y la montaña. Las redes sociales y los medios locales se hicieron eco de la indignación, que creció como fuego en pasto seco.
El debate alcanzó ribetes políticos cuando el expresidente Álvaro Uribe Vélez intervino en la discusión, pidiendo al gobernador Andrés Julián Rendón detener la obra. En su mensaje, publicado en la red X, recordó que durante su mandato como gobernador el predio fue adquirido para crear un parque y un centro de reuniones, no para que terminara en manos de particulares con fines comerciales. Su llamado reavivó la nostalgia por un proyecto que alguna vez simbolizó la visión de un espacio público en medio de la naturaleza.
Sin embargo, la respuesta del Instituto para el Desarrollo de Antioquia (Idea) fue tajante. Su gerente, Catalina Gómez, aclaró que la venta del terreno se realizó hace más de una década, mucho antes de la actual administración departamental. En consecuencia, el departamento no tiene hoy competencia para intervenir. Las decisiones sobre usos del suelo y licencias de construcción —recalcó— son potestad exclusiva de los municipios, en este caso, de Envigado.
El director de Planeación de Envigado, Sergio Ríos, confirmó que la licencia que ampara el proyecto Cuantum fue otorgada por la administración anterior, bajo el gobierno del exalcalde Braulio Espinosa. En ese contexto, detener la obra sería ilegal. Aun cuando existan reparos ciudadanos o cuestionamientos éticos, el municipio está atado a un marco normativo que respalda la iniciativa privada por encima del ideal paisajístico que inspiró la creación del parque Manantiales.
Así, entre el poder de la norma y la impotencia del reclamo ciudadano, Las Palmas se enfrenta a un futuro distinto al soñado. Lo que alguna vez fue un corredor natural, refugio del verde y mirador del valle, se perfila ahora como un nuevo eje de urbanización vertical. Cuantum no solo será un edificio más: es la evidencia de que, en la balanza del desarrollo, el paisaje perdió su última defensa.












