La otra fórmula fiscal: ex ministros proponen evitar una nueva tributaria con bisturí al gasto público

En medio del pulso técnico y político por la elaboración del Presupuesto General de la Nación para 2026, una voz coral se alzó desde la experiencia: la de varios exministros de Hacienda que, con calculadora en mano y ojo clínico sobre las finanzas públicas, plantearon una ruta alternativa a la inminente reforma tributaria que prepara el Gobierno. Según ellos, con recortes quirúrgicos y voluntad política se podrían evitar nuevos impuestos que afecten al ya agotado contribuyente colombiano.

El diagnóstico es claro: el hueco fiscal supera los $26 billones, aunque otros análisis, más pesimistas, lo elevan hasta los $40 billones. Pero en lugar de acudir al remedio tradicional —más tributos—, estos ex jefes de la cartera económica proponen una intervención en el gasto. “Hay grasa que se puede cortar sin afectar el músculo social”, sostuvo Juan Carlos Echeverry, exministro de Hacienda y expresidente de Ecopetrol, quien hizo un llamado a eliminar lo que calificó como “transferencias irresponsables”, incluyendo subsidios poco focalizados, nóminas paralelas y contratos cuestionables.

Echeverry no se guardó nada: criticó los pagos a influenciadores desde entidades del Estado, así como el crecimiento de estructuras burocráticas sin sustento técnico. Según él, si el Gobierno quiere dar ejemplo de austeridad y disciplina fiscal, debe empezar por casa. “No se trata sólo de recaudar más, sino de gastar mejor”, dijo, en un mensaje que resuena como un eco en tiempos de desaceleración económica.

Por su parte, José Manuel Restrepo, también exministro de Hacienda y actual rector de la Universidad EIA, propuso un ajuste específico con potencial de alto impacto: desmontar el subsidio al ACPM (diésel), una medida impopular pero que podría representar un ahorro cercano a los $7 billones. Restrepo advirtió que este subsidio, si bien protege ciertos sectores productivos, se ha convertido en un “beneficio regresivo” que favorece desproporcionadamente a empresas con alto consumo de combustible, sin control ni focalización.

Ambos ex ministros coinciden en que una tributaria no sólo es políticamente costosa, sino innecesaria si se aprovecha la coyuntura actual para hacer una verdadera reingeniería del gasto público. En su concepto, antes de exigir más sacrificios a los contribuyentes, el Gobierno debería poner la lupa sobre su propia eficiencia administrativa. ¿Realmente se necesita otra reforma o basta con poner orden en la casa?

Estas voces no están solas. A ellas se suman economistas, académicos y centros de pensamiento que, desde hace meses, alertan sobre el tamaño creciente del gasto público frente a ingresos estructurales insuficientes. Si bien todos reconocen que Colombia necesita una reforma fiscal integral a largo plazo, advierten que una nueva reforma tributaria improvisada, bajo presión del déficit, puede terminar dañando más de lo que soluciona.

El debate, entonces, está abierto. Mientras el Ministerio de Hacienda trabaja en silencio en el articulado de la próxima reforma tributaria, la pelota también está en el Congreso, donde la discusión del Presupuesto 2026 puede convertirse en el verdadero campo de batalla. ¿Se escucharán las voces del pasado con experiencia o se repetirá el ciclo de parches tributarios? La respuesta definirá no solo las finanzas de un año, sino la confianza del país en su rumbo económico.

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