El corazón de Juan Guillermo Valderrama no sólo volvió a latir, sino que renació con él una nueva vida. A sus 54 años, este ex consumidor de drogas y alcohol, hoy conferencista y escritor, recuerda cómo un dolor en el pecho lo llevó a descubrir una cardiopatía dilatada, enfermedad que lo acompañó durante casi dos décadas, con múltiples infartos, dispositivos médicos y oxígeno permanente. Hasta que un día, gracias al acto generoso de una persona anónima, recibió un nuevo corazón. “No sé cómo hicieron de un moribundo una persona viva”, dice con voz serena. Su historia, sin embargo, es cada vez más rara.Antioquia, tradicionalmente uno de los departamentos con mayor cultura de donación de órganos en Colombia, registra este año una caída del 10 % en sus cifras. En 2023, el Sistema Nacional de Información en Donación y Trasplantes del Instituto Nacional de Salud (INS) reportó 103 donantes. Este año, la cifra cayó a 93. Y lo más preocupante: en lo que va de 2024, apenas se han registrado 63 donantes. Mientras tanto, las listas de espera no paran de crecer.Hoy, en Antioquia, 562 personas esperan un órgano que les salve la vida. A nivel nacional, el número asciende a 4.355. Son pacientes con nombres, familias, y rutinas interrumpidas por la enfermedad. Muchos de ellos —según las cifras oficiales— están en el rango entre 31 y 60 años, una etapa de plenitud productiva que, para algunos, se convierte en una carrera contra el tiempo.Pero en medio de este panorama sombrío, hay un dato que ilumina la importancia de la donación: un solo donante puede beneficiar hasta a 55 personas. Córneas, riñones, corazón, pulmones, hígado, piel, médula ósea… cada órgano puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, entre una cama de hospital y una caminata por el parque, entre el silencio y el latido. “En este momento, miles de personas están esperando una segunda oportunidad. Y esa oportunidad está en nosotros”, explica la doctora Ana María Ramírez, Coordinadora Operativa de Trasplantes de la Clínica Cardio VID. Desde ese centro médico, uno de los más activos del país en donación, se lideran campañas de sensibilización como parte de la conmemoración del Día Mundial del Donante de Órganos, este 14 de octubre.La caída en las cifras tiene muchas causas, pero una de las más difíciles de desmontar es la cultura del miedo. La Cardio VID y el INS han detectado que persisten mitos profundamente arraigados: que los órganos se venden, que los médicos “dejan morir” a los pacientes para extraerlos, que ser donante implica riesgos médicos. Ninguna de estas afirmaciones es cierta, pero el daño que generan es real.Las autoridades insisten en que el proceso de donación está blindado legalmente. La información de los donantes es de estricta reserva. Los médicos tratantes no tienen acceso a los datos de identidad, y los órganos solo pueden ser asignados por criterios técnicos y médicos, no por afinidades ni preferencias. Aún así, los rumores siguen circulando y erosionando la confianza de la ciudadanía.Mientras tanto, cada número en la lista de espera representa una historia como la de Juan Guillermo, quien en diciembre cumplirá seis años con su nuevo corazón. Su vida es un testimonio de lo que puede lograr la generosidad. En contraste, las cifras en descenso son un llamado urgente a reconstruir una cultura solidaria que entienda que donar órganos no es perder, sino multiplicar la vida.
