En medio de un ambiente político marcado por la desconfianza y la susceptibilidad, una supuesta decisión diplomática del presidente Gustavo Petro casi provoca un terremoto entre Bogotá y Washington. Lo que comenzó como un mensaje en la red social X se transformó, en cuestión de horas, en un rumor de expulsión que encendió alarmas en las cancillerías de ambos países. Sin embargo, desde la Casa de Nariño, las voces más cercanas al mandatario colombiano negaron tajantemente cualquier intento de ruptura con el gobierno de Estados Unidos.
La chispa se encendió con un trino del periodista Federico Gómez Lara, director de la revista Cambio, quien aseguró haber conversado directamente con el presidente Petro. En su publicación, el comunicador afirmó que el mandatario había decidido llamar a consultas al embajador colombiano en Washington, Daniel García Peña, y solicitar la salida del encargado de negocios estadounidense, John McNamara. El mensaje, en pleno contexto de fricciones con la administración de Donald Trump, bastó para que los titulares hablaran de una inminente crisis diplomática.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, fue el primero en desmentir la versión. Aseguró haber estado presente, de manera telefónica, durante la conversación y recalcó que el presidente nunca mencionó la palabra “expulsión”. “El presidente jamás pronunció esa palabra”, escribió Benedetti en su cuenta de X, intentando apagar el fuego mediático que ya se extendía por las redes y los medios nacionales.
Fuentes consultadas en la Casa de Nariño respaldaron la versión oficial. Según éstas, las declaraciones del mandatario fueron sacadas de contexto y jamás se habló de medidas diplomáticas de esa magnitud. Lo que sí habría manifestado Petro fue su intención de revisar la relación bilateral en medio de las revelaciones periodísticas sobre supuestos planes de la administración Trump contra su gobierno.
Ante el revuelo, Gómez Lara reconoció parcialmente su error, aunque defendió la esencia de su publicación. Aceptó que la palabra “expulsión” fue una interpretación suya de las declaraciones del presidente, pero insistió en que Petro habría expresado su deseo de que McNamara regresará a los Estados Unidos tras la llamada a consultas de García Peña. “Así lo entendí, porque eso es lo que implica la frase que dijo”, sostuvo el periodista.
El incidente, aunque efímero, dejó al descubierto la fragilidad de la comunicación política en tiempos de redes sociales. En un escenario donde un trino puede alterar los equilibrios diplomáticos, la precisión del lenguaje se convierte en un asunto de Estado. Una palabra mal interpretada puede bastar para transformar una conversación privada en una crisis internacional.
Mientras tanto, en Washington, la administración norteamericana guardó prudente silencio. Fuentes diplomáticas consultadas aseguraron que no se ha recibido ninguna notificación formal de parte del gobierno colombiano y que las relaciones bilaterales continúan dentro de los cauces habituales. El episodio, no obstante, sirvió para recordar que la política exterior también se juega —y se tambalea— en el terreno movedizo de las redes sociales.
Así, lo que pudo convertirse en una tormenta diplomática quedó, por ahora, en un malentendido mediático. Un episodio más en la larga historia de desencuentros entre el poder político y el periodismo, donde la inmediatez informativa a veces atropella la prudencia y la veracidad. La lección parece clara: en la era del trino, cada palabra pesa tanto como una decisión de Estado.












