Ellos vienen aquí a agitar: Federico Gutiérrez y su duelo verbal con Gustavo Petro

Medellín, ciudad de encuentros intensos y discursos encendidos, se prepara para otro capítulo de su agitada vida política. Esta vez, el epicentro será el evento sobre paz urbana convocado por el presidente Gustavo Petro para el sábado 21 de junio, una jornada que incluirá una marcha desde el Parque de la Resistencia y un acto central en la plazoleta de La Alpujarra. Pero antes de que suene el primer altavoz, ya retumban las palabras del alcalde Federico Gutiérrez, quien lanzó una advertencia sin rodeos: “Ellos vienen aquí a agitar”.

El alcalde, siempre frontal y cada vez más protagonista en el tablero político nacional, aseguró que, pese a sus diferencias con el Gobierno, garantizará plenamente la realización del evento. Desde el Ministerio del Interior –contó– hubo acercamientos con su equipo para coordinar detalles logísticos y de seguridad. “El presidente puede ir a cualquier ciudad del país”, dijo Gutiérrez, reafirmando el carácter institucional de su administración, pero sin dejar de sembrar dudas sobre las intenciones reales de la visita presidencial.

Gutiérrez, que ha sido uno de los más fuertes críticos de Petro desde antes de asumir de nuevo como alcalde, aprovechó la ocasión para contrastar la agenda de esta visita con lo que, a su juicio, deberían ser las prioridades presidenciales. “Lo triste es que venga aquí a agitar y no a ayudar. Esa es la realidad”, sentenció. Según el alcalde, el mandatario nacional ha hecho presencia en la ciudad no para abordar temas urgentes como salud, seguridad o infraestructura, sino para alimentar una narrativa política en plena efervescencia nacional.

Y es que lo simbólico del lugar escogido para la marcha no es menor. El Parque de la Resistencia –antiguo Parque de los Deseos– se ha convertido en los últimos años en punto neurálgico de la movilización social en Medellín, un sitio cargado de memoria reciente y disputas por el significado del cambio. Desde allí, la marcha avanzará hacia La Alpujarra, sede de las administraciones local y departamental, territorio político donde Gutiérrez y Petro representan proyectos diametralmente opuestos.

Pese al tono crítico del alcalde, insistió en que Medellín ofrecerá plenas garantías para este tipo de actividades, como también lo haría para cualquier precandidato presidencial, sin distinción de partido. Ya lo había advertido días atrás: la ciudad no puede ser usada como plataforma de agitación sin coordinación previa, mucho menos en tiempos donde la polarización amenaza con desbordarse. La paz urbana, en efecto, no se construye solo desde los discursos: necesita hechos, planes, y una ruta clara, dijo.

Este nuevo choque entre la Casa de Nariño y el despacho de La Alpujarra no es un hecho aislado. Forma parte de una tensión creciente entre dos visiones de país que, más allá de las diferencias ideológicas, luchan también por los símbolos, por el relato, por el control del espacio público y la legitimidad frente a la ciudadanía. Medellín, con su historia compleja, se convierte en el tablero perfecto para esa pugna política.

El sábado, las calles hablarán. Petro buscará conectar con los sectores populares que aún lo ven como un agente de transformación. Gutiérrez, por su parte, seguirá afirmándose como el guardián de una ciudad que, según él, no necesita más discursos inflamados, sino soluciones concretas. Lo que ocurra ese día será más que una simple movilización: será un espejo de lo que vive el país, partido entre esperanzas y desencantos, entre voces que marchan y gestos que se resisten.

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