¿El Pacto Histórico en Antioquia dependerá de dos novatos y un quinterista?

La consulta interna del Pacto Histórico en Antioquia dejó más preguntas que certezas. El pasado domingo, cuando las urnas se cerraron y comenzaron a conocerse los resultados, el mapa político de la izquierda en el departamento se reconfiguró de forma inesperada. Contra todos los pronósticos, dos nombres casi desconocidos, Hernán Muriel y Kamelia Zuluaga, se abrieron paso entre figuras con trayectoria y respaldo institucional. La sorpresa fue tan grande que incluso dentro de la coalición pocos entendían cómo lograron imponerse ante liderazgos consolidados como el de la senadora Isabel Cristina Zuleta o la exconcejala Dora Saldarriaga.

Si algo demostró la consulta es que en política no siempre el poder dentro del Gobierno se traduce en popularidad dentro de las bases. Zuleta, una de las voces más cercanas al presidente Gustavo Petro y figura clave en la estrategia de la Paz Total, sufrió un duro revés en las urnas. A pesar de su protagonismo nacional y su visibilidad como coordinadora de la mesa de paz urbana, apenas alcanzó 27.741 votos, ubicándose en el puesto 24 entre los aspirantes al Senado. La cifra contrasta con los 185.000 votos que obtuvo el senador Pedro Flórez, quien se consolidó como el más votado de la coalición.

En el terreno paisa, el mensaje fue contundente: el liderazgo de Zuleta no logró permear entre las bases de izquierda en Antioquia. Por el contrario, emergió con fuerza el nombre de Hernán Muriel, quien se convirtió en el más votado del departamento con 41.612 sufragios. Su desempeño, inesperado para muchos, refleja el deseo de una parte del electorado por renovar los rostros de la izquierda, especialmente en un departamento históricamente adverso a los proyectos progresistas.

Junto a Muriel, otra figura que sorprendió fue Kamelia Edith Zuluaga Navarro. Joven, con un discurso fresco y una agenda centrada en temas de participación ciudadana y justicia social, Zuluaga logró captar la atención de sectores que tradicionalmente habían permanecido al margen del Pacto Histórico. Su ascenso evidencia una brecha generacional dentro de la coalición: mientras algunos referentes insisten en discursos de confrontación, nuevos liderazgos buscan conectar con las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos.

Sin embargo, el fenómeno no se explica solo por el ímpetu juvenil. Detrás de Muriel y Zuluaga también se lee el desgaste de ciertos liderazgos y la desconfianza de las bases hacia quienes, pese a su cercanía con el poder, no han logrado resultados visibles para sus comunidades. En el caso de Zuleta, su papel en la política nacional parece haberle restado tiempo para fortalecer su estructura territorial, un error que en Antioquia se paga caro.

El ascenso de estos dos “novatos” plantea un desafío para el Pacto Histórico. De cara a las próximas elecciones locales y nacionales, la coalición deberá decidir si apuesta por consolidar estos nuevos liderazgos o si intenta recomponer las fuerzas tradicionales que hasta ahora habían marcado la pauta. Lo cierto es que el voto de opinión en Antioquia dio un campanazo de alerta: el respaldo ciudadano no se compra con discursos ni con cargos, sino con cercanía y coherencia.

Otro ingrediente que agita el panorama es la sombra del quinterismo. Algunos analistas han señalado que Muriel tendría vínculos con antiguos aliados del exalcalde Daniel Quintero, una figura que aún divide opiniones en Medellín y sus alrededores. Si bien no hay pruebas de una alianza formal, la afinidad política podría convertirse en un punto de tensión dentro del Pacto, especialmente entre quienes desconfían de la influencia del exmandatario en los movimientos progresistas.

Con este resultado, el tablero político de la izquierda en Antioquia quedó patas arriba. La derrota de figuras consolidadas como Zuleta y Saldarriaga, sumada al ascenso de Muriel y Zuluaga, redefine el mapa interno del Pacto Histórico. A partir de ahora, la pregunta que ronda los pasillos del movimiento es si estos nuevos liderazgos lograrán mantener el impulso o si serán devorados por las tensiones internas que han marcado a la coalición desde su nacimiento. Lo único claro es que Antioquia, ese bastión difícil para el petrismo, vuelve a demostrar que su voto es más volátil, crítico y exigente de lo que muchos imaginan.

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