La tarde de este jueves volvió a poner a prueba la paciencia y la resistencia de los habitantes del Valle de Aburrá. La combinación entre la avería en el sistema Metro y un aguacero de proporciones considerables dejó a Medellín y a varios municipios del norte del área metropolitana sumidos en un verdadero caos. Calles convertidas en ríos, trancones interminables y ciudadanos buscando rutas alternas fueron el panorama recurrente de una jornada que se tornó intransitable.
Desde tempranas horas, la movilidad ya venía golpeada por el daño en la línea A del Metro, que mantiene interrumpida la operación entre las estaciones Aguacatala y Poblado, dos de las más concurridas del sistema. Esta falla ha generado un efecto dominó en la movilidad del sur del Valle de Aburrá, saturando vías principales como la Avenida Regional y la Autopista Sur. Pero lo peor llegaría con la tormenta que, pasada la una de la tarde, descargó con fuerza sobre la capital antioqueña y su zona norte.
Las lluvias, intensas y persistentes, provocaron inundaciones en sectores neurálgicos. La Secretaría de Movilidad reportó el cierre de la Avenida Paralela, a la altura de la estación Acevedo, sentido norte-sur, por acumulación de agua que superó los límites del sistema de drenaje. En cuestión de minutos, vehículos quedaron atrapados y el flujo vehicular colapsó por completo. Las imágenes que circularon en redes sociales mostraban la magnitud del aguacero y el desespero de los conductores.
En el municipio de Bello, la situación fue aún más crítica. Los deprimidos viales, como el de la Feria de Ganado, se vieron desbordados. Las vías se convirtieron en verdaderos arroyos y los automóviles avanzaban a paso de tortuga, muchos de ellos empujados por la corriente. En Zamora, sobre la autopista Medellín–Bogotá, varios conductores reportaron deslizamientos leves y el aumento del nivel del agua sobre la calzada. Allí, el tránsito quedó prácticamente paralizado durante más de una hora.
A esta emergencia vial se sumó la suspensión temporal de las líneas de metrocable, que por razones de seguridad detuvieron su operación mientras persistían los fuertes vientos y la tormenta eléctrica. El golpe fue doble: sin metro y sin metrocable, miles de usuarios quedaron sin opciones efectivas de transporte, generando congestión en el sistema de buses y taxis, cuyos precios también se dispararon.
El Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (SIATA) informó que las precipitaciones fueron de alta intensidad en el municipio de Bello y en el corregimiento de Santa Elena, mientras que en Barbosa y el occidente de Medellín se registraron lluvias moderadas. Las estaciones de monitoreo detectaron niveles de acumulación de agua superiores al promedio mensual en apenas dos horas.
Aunque no se registraron víctimas ni emergencias mayores, los organismos de gestión del riesgo tuvieron que atender múltiples reportes de inundaciones en viviendas y locales comerciales. En barrios como Niquía, Zamora y Machado, los habitantes denunciaron que las redes de alcantarillado colapsaron, una situación que, año tras año, se repite con cada temporada de lluvias intensas.
La jornada de este jueves dejó en evidencia, una vez más, la vulnerabilidad de la infraestructura urbana ante los cambios climáticos y la falta de mantenimiento en los sistemas de drenaje. Entre el daño en el Metro y las lluvias torrenciales, Medellín vivió una tarde caótica que recordó que el progreso urbano no puede seguir corriendo más rápido que las soluciones a sus problemas estructurales. En el Valle de Aburrá, el agua volvió a demostrar que basta un aguacero para poner a flote todo lo que la ciudad aún tiene pendiente.












