¿Cuándo será el debut de Jarlan Barrera con el DIM tras las denuncias de maltrato a jugadores costeños? 

En el fútbol, como en la vida, muchas veces el remedio parece llegar tarde. Pero aún así, se espera con fe casi religiosa. Esa es la sensación que hoy se respira en las tribunas y pasillos del Deportivo Independiente Medellín. Un equipo golpeado en lo anímico, con un arranque del Clausura que dejó más dudas que certezas, y una hinchada que busca consuelo en un nombre nuevo, aunque conocido: Jarlan Barrera. El talentoso mediocampista samario, que firmó con el DIM hasta diciembre de 2026, podría debutar esta semana en el duelo frente a Jaguares por la Copa BetPlay.

A los 29 años, Barrera representa un enigma y una promesa al mismo tiempo. Su pasado reciente con el Deportivo Cali dejó cifras modestas —53 partidos, un gol y ocho asistencias—, pero también la sensación de un jugador que, si logra conectar con su mejor versión, puede marcar diferencias. No obstante, su llegada ha generado algo más que expectativa deportiva: también ha reabierto heridas con la afición del «Poderoso», que no olvida su pasado en Atlético Nacional, donde su desempeño fue irregular y su figura terminó siendo más divisiva que inspiradora.

Y por si fuera poco, su regreso a la plaza paisa coincide con una discusión más amplia y más delicada: el maltrato que algunos futbolistas de la región Caribe dicen estar recibiendo por parte de árbitros y sectores del fútbol colombiano. Denuncias que han pasado de la anécdota a la preocupación real. Se ha hablado de un sesgo, de una mirada prejuiciosa hacia los jugadores costeños, tildados de “vagos” o “indisciplinados”, estigmas que, según Barrera y otros colegas, los persiguen sin tregua cada vez que pisan una cancha.

En ese contexto, el debut de Barrera no será simplemente la aparición de un nuevo refuerzo. Será una prueba doble: la de su fútbol, sí, pero también la de su capacidad para representar a una generación que exige respeto. En medio de un campeonato agitado, donde cada partido puede ser una emboscada emocional, Jarlan se juega su redención personal, pero también —sin pedirlo del todo— se convierte en una voz simbólica de los jugadores del Caribe. De aquellos que cargan con más peso del que el reglamento contempla.

Alejandro Restrepo, técnico del DIM, ha sido prudente al hablar del samario. Sabe que no se trata de lanzar a la cancha a un nombre, sino a una historia cargada de expectativas, tensiones y exigencias. “Está bien, trabajando, poniéndose a punto”, ha dicho en rueda de prensa. A puerta cerrada, el cuerpo técnico lo prepara para que su estreno no sea un salto al vacío. Frente a Jaguares, en el Atanasio Girardot o desde el banco, dependerá de cómo esté físicamente, pero todo indica que esta semana podría por fin vestirse de rojo.

La afición, por su parte, se debate entre la ilusión y el escepticismo. En redes sociales lo aplauden y lo cuestionan con igual fervor. Algunos le recuerdan los goles que hizo con Junior en finales; otros, los minutos pálidos con Nacional. Pero todos, sin excepción, esperan que esta nueva etapa sea distinta. En un fútbol colombiano donde las carreras pueden resucitar o naufragar en un solo semestre, Barrera tiene ante sí la posibilidad de reinventarse y reconciliarse con una tribuna que sabe ser dura, pero también generosa con quienes se entregan.

Así, en medio del ruido, de las quejas arbitrales, de las sospechas de discriminación y del presente irregular del equipo, Jarlan Barrera se prepara para debutar. No como un salvador —nadie puede serlo a estas alturas—, pero sí como una pieza que podría cambiar la narrativa. Porque en el Medellín del 2025, cada pase bien dado será también una respuesta a los prejuicios. Y cada gol, una forma de hablar más fuerte que cualquier silbato.

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