En Medellín, alrededor de 300.000 personas enfrentan una situación de inseguridad alimentaria severa, lo que significa que diariamente padecen hambre. Este preocupante dato, revelado por el columnista Aldo Cívico del periódico El Colombiano, evidencia una problemática estructural que afecta al 10% de los habitantes de la ciudad.
La situación resulta alarmante, especialmente en una ciudad reconocida por su dinamismo y capacidad de innovación. “¿Cómo es posible que, en Medellín, una ciudad vibrante y con recursos, un diez por ciento de nuestros conciudadanos padezcan hambre?”, cuestiona el columnista, subrayando la contradicción entre el potencial económico de la ciudad y la precariedad alimentaria que sufren miles de sus habitantes.
El presupuesto de Medellín para 2025 contempla una inversión de 8,2 billones de pesos, una cifra que plantea interrogantes sobre la asignación de recursos para combatir esta problemática. Cívico se pregunta por qué, con semejante capacidad presupuestal, no se ha logrado erradicar el hambre, que sigue siendo una «plaga» en una ciudad con recursos para enfrentarla.
Los retos para la administración local no solo se limitan a generar estrategias para paliar el hambre de inmediato, sino también a diseñar políticas públicas que aseguren la seguridad alimentaria a largo plazo. En un contexto donde las brechas de desigualdad persisten, la pregunta sobre las prioridades de inversión sigue siendo central en el debate público.
En un panorama de tensiones sociales y económicas, la necesidad de acciones concretas es inminente. Más allá de los números y las proyecciones presupuestarias, las cifras representan vidas afectadas y un llamado urgente para que Medellín encuentre soluciones sostenibles a esta grave problemática.
El hambre, como lo señala el columnista, no debería ser parte de la realidad de una ciudad con tanto potencial, y mucho menos de la vida de cientos de miles de personas que esperan respuestas y acciones.