El escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ha cobrado una nueva víctima política. El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dejó su cargo tras ser señalado de tener conocimiento sobre irregularidades en la adjudicación de contratos que habrían favorecido a congresistas. Las acusaciones, presentadas por una exasesora ante la Fiscalía, pusieron al funcionario en el ojo del huracán.
El presidente Gustavo Petro aceptó la renuncia de Bonilla, aclarando que la decisión no estuvo motivada por el caso de la UNGRD, sino para que el exministro pueda defenderse sin distracciones. «Me retiro con la frente en alto», expresó Bonilla al salir del Ministerio, dejando entrever su intención de enfrentar las acusaciones y proteger su reputación.
En su lugar, Petro designó como nuevo ministro de Hacienda a Diego Guevara, quien se desempeñaba como viceministro. El presidente destacó la labor de Guevara al señalar que ha trabajado arduamente para enfrentar el déficit fiscal heredado del gobierno anterior. El cambio de gabinete busca estabilizar la gestión económica en medio de la polémica y las críticas de diversos sectores.
La renuncia de Bonilla también ha provocado fuertes reacciones políticas. Una de las más destacadas fue la del embajador Roy Barreras, quien lanzó un mensaje contundente al interior del gobierno: «No le ahorren trabajo a la oposición. Paren la autodestrucción. Atacarse unos a otros destruye no un gobierno, sino un proyecto político, una promesa de país justo y en paz». Estas palabras reflejan la tensión interna y la necesidad de cohesión dentro del Ejecutivo en un momento crítico.