El Parque Bicentenario, en la comuna 10 de Medellín, fue escenario de una jornada muy particular que involucra a personas privadas de la libertad de la cárcel de Pedregal. En una colaboración entre la Alcaldía de Medellín, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) y el complejo penitenciario, 21 internos – 13 hombres y 8 mujeres – participaron activamente en labores de aseo y ornato, contribuyendo al embellecimiento de un espacio público. Esta iniciativa se enmarca en un proyecto piloto que busca promover la reintegración de los internos a la sociedad, ofreciendo oportunidades que puedan ayudar a disminuir la reincidencia.
Este tipo de actividades no solo buscan mejorar el entorno, sino también fortalecer el proceso de resocialización que está basado en la justicia restaurativa. La estrategia, en palabras del alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga, tiene como fin ayudar a los internos a recuperar su vida fuera de las cárceles, permitiéndoles reintegrarse y no volver al ciclo delictivo. Las personas que participaron en la jornada tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre su tiempo en prisión y de experimentar un acercamiento emocional con sus seres queridos, como fue el caso de Tatiana Gómez, quien se reencontró con su madre después de más de 10 años.
Tatiana, una de las mujeres privadas de la libertad, compartió un momento conmovedor que mostró la complejidad de las emociones al estar tan cerca de la libertad. Según contó, ver a su familia nuevamente después de tantos años la hizo sentir una «emoción inmensa». El reencuentro familiar es una de las acciones que, según Gutiérrez, son vitales para los internos, ya que les ofrece una nueva perspectiva de vida. En este sentido, las autoridades hacen un llamado a que, al momento de salir de prisión, estas personas no solo salgan físicamente, sino también con el firme propósito de rehacer su vida y aportar positivamente a la sociedad.
La cárcel de Pedregal, que alberga actualmente a 3.664 personas, enfrenta una situación de hacinamiento del 15,7%. La capacidad original del centro es de 3.165 internos, lo que refleja un problema estructural en el sistema penitenciario del país. Este hacinamiento no solo pone presión sobre las autoridades, sino que también genera un entorno complicado para los reclusos que deben convivir en espacios reducidos. Es aquí donde iniciativas como las de resocialización y reintegración juegan un papel fundamental, pues buscan mitigar las consecuencias del hacinamiento a través de programas que ofrezcan herramientas a los internos para su reencuentro con la sociedad.
El 73% de la población reclusa de Pedregal es masculina, mientras que el 27% corresponde a mujeres. Esta disparidad resalta una realidad que debe ser tomada en cuenta al momento de crear políticas públicas más inclusivas y enfocadas en necesidades específicas. Es importante reconocer las diferentes perspectivas que los internos, ya sean hombres o mujeres, pueden ofrecer en este proceso de reintegración. Las mujeres, como Tatiana Gómez, tienen un perfil que debe ser tratado con especial atención, pues muchas veces enfrentan situaciones de vulnerabilidad diferentes a las de sus compañeros varones.
El programa de resocialización, enmarcado en la Justicia Restaurativa, sigue siendo un paso hacia la dignificación de los internos y la búsqueda de oportunidades reales para una vida fuera de la cárcel. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas depende no solo de la voluntad de las autoridades y la administración, sino también de la colaboración activa de los internos, quienes deben ser los primeros en reconocer que sus vidas pueden tomar otro rumbo. En Medellín, los esfuerzos continúan para que cada acción, como la que se llevó a cabo en el Parque Bicentenario, se convierta en un eslabón más hacia una reintegración social plena y exitosa.