Después de décadas de planes, bocetos y promesas que parecían evaporarse con los gobiernos de turno, Medellín al fin pone en marcha uno de los proyectos urbanísticos más ambiciosos de su historia reciente: la construcción de Parques del Río Norte, también conocido como Parque Primavera Norte. Esta vez, no se trata de renders ni de discursos futuristas: el proceso de licitación ya está en marcha, con una inversión pública que supera los $216.000 millones y una promesa clara: entregar 70.000 metros cuadrados de espacio público transformador antes de que termine el primer semestre de 2027.
El anuncio, hecho por el alcalde Federico Gutiérrez desde la estación Acevedo del Metro, llega en un momento crucial para el nororiente de Medellín, una zona históricamente rezagada en infraestructura urbana y asfixiada por el déficit de espacio verde. “Medellín está mejorando. Ya arrancan las grandes obras, todo lo que veníamos planeando desde el plan de desarrollo y financiándolo y diseñando”, declaró Gutiérrez, marcando el inicio simbólico de lo que muchos consideran la extensión natural del exitoso Parques del Río Centro. Ahora, la ciudad gira su mirada hacia el norte, donde la deuda urbana ha sido más profunda.
Este nuevo parque no será solo una zona de recreación. La apuesta de la administración es mucho más ambiciosa: crear un eje de transformación ambiental, educativa, social y cultural. Según el cronograma oficial, la licitación será adjudicada a finales de agosto, con obras que comenzarán en septiembre. Algunos equipamientos —como un jardín infantil y tramos peatonales— empezarían a operar desde junio de 2026. Así, la ejecución será por fases, para que la comunidad pueda apropiarse del espacio progresivamente mientras avanza su consolidación.
La construcción de Parques del Río Norte no nace de la nada. Su germen está en una larga historia de planeación urbanística que se remonta a mediados del siglo XX. El maestro Pedro Nel Gómez, en los años 40, ya proponía un Medellín que creciera de cara a su río, no dándole la espalda. Y aunque el Plan Piloto de 1951 retomó esa visión, y el POT de 1999 —junto con sus revisiones en 2008 y 2014— insistió en la necesidad de reconquistar las márgenes del río como ejes de ciudad, lo cierto es que ha faltado voluntad política sostenida para concretar ese sueño.
La importancia de este proyecto no radica solo en su escala, sino en su valor simbólico: es una apuesta por equilibrar la ciudad, por llevar el desarrollo a donde históricamente ha llegado de último. El nororiente, con sus barrios vibrantes pero marginados, con sus juventudes empujadas a diario por las inequidades, merece un parque que no sea lujo sino derecho. Esta intervención será clave para Medellín si realmente quiere dejar atrás el modelo de ciudad partida entre centros embellecidos y periferias olvidadas.
Con este paso, Federico Gutiérrez se juega parte de su legado. Si cumple con los tiempos, entregará a Medellín una obra que, más allá del concreto, representa un cambio de paradigma en la manera de entender la ciudad. Si falla, el proyecto correrá el riesgo de sumarse a la larga lista de sueños truncados. Pero por ahora, el optimismo se abre paso. El terreno está listo, los pliegos están a punto de publicarse, y una ciudad que aún pelea por reconciliarse con su geografía empieza a mirar al norte con otros ojos.
Porque cuando una ciudad empieza a construir parques donde antes había abandono, no solo gana árboles y senderos: gana dignidad. El Parque del Río Norte no es solo una obra. Es una promesa —esta vez, con cimientos.