Aranceles y advertencias: la nueva amenaza de Trump contra los Brics

Como una tormenta que se avecina desde el norte, el expresidente Donald Trump volvió a encender las alarmas del comercio global con una amenaza directa: impondrá un arancel adicional del 10% a todos los países que respaldan las políticas de los Brics, el bloque económico que, con cada cumbre, consolida su influencia como contrapeso del orden occidental. La declaración, publicada con su tono característico en la red Truth Social, es una advertencia sin rodeos: quien cruce la línea hacia el multilateralismo no grato para Washington, pagará las consecuencias.

La amenaza no es abstracta. Colombia, que recientemente ingresó al Nuevo Banco de Desarrollo del grupo Brics, se encuentra ahora en la mira del magnate neoyorquino. El mensaje de Trump llega en el preciso instante en que los mandatarios del bloque —Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y sus nuevos aliados— celebran en Brasil una cumbre que ha dejado clara su intención de desafiar los esquemas tradicionales del poder económico. En una declaración conjunta, los Brics expresaron su “seria preocupación” por las medidas arancelarias unilaterales que “distorsionan el comercio”, aludiendo directamente a la doctrina proteccionista de Trump.

La respuesta del expresidente estadounidense no se hizo esperar. “No habrá excepciones a esta política”, escribió, con la contundencia de quien pretende rehacer las reglas del comercio mundial desde la Casa Blanca, en caso de regresar a ella. Su visión: castigar económicamente a los países que, a su juicio, pongan en riesgo la hegemonía comercial y geopolítica de Estados Unidos. El mensaje no solo se dirige a gobiernos, sino también a inversionistas y empresarios que empiezan a mirar con interés los mecanismos alternativos que ofrece el bloque emergente.

China, como era previsible, fue la primera en responder con diplomacia punzante. A través de su portavoz Mao Ning, el gobierno de Xi Jinping reiteró que “las guerras comerciales no tienen ganadores” y que los Brics no buscan la confrontación, sino la cooperación. Pero en el fondo, las declaraciones reflejan una disputa mayor: no se trata únicamente de aranceles o alianzas económicas, sino de dos modelos de mundo que se observan con recelo, uno liderado por el pragmatismo unipolar de Washington, y otro por la idea de un orden multipolar que ya no gira alrededor del dólar.

El bloque Brics, que en su origen fue un experimento de integración sur-sur, hoy representa cerca del 40% del PIB global y casi la mitad de la población mundial. No es menor su capacidad de influencia, ni su potencial para reordenar las rutas del comercio, la energía y el financiamiento. Que Colombia haya decidido acercarse a su banco de desarrollo no es solo una decisión técnica, sino una declaración política que podría traerle consecuencias en un escenario de creciente polarización global.

La amenaza de Trump, aunque aún no es ley, deja entrever el tono que marcaría su eventual regreso a la presidencia: uno de confrontación económica abierta contra todo aquello que escape al control estadounidense. Un discurso que apela al nacionalismo comercial y al miedo estratégico. En ese contexto, países como Colombia se verán obligados a caminar por una cuerda cada vez más delgada, entre las promesas del sur global y las advertencias del norte.

El nuevo tablero geopolítico no tolera ambigüedades. Y mientras los Brics buscan consolidarse como una alternativa real al orden establecido, figuras como Trump insisten en dibujar fronteras nítidas entre aliados y adversarios. En esa tensión, se definirá no solo el comercio del futuro, sino también el lugar que países como Colombia ocuparán en la historia que se está escribiendo.

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