En la madrugada de este viernes, el Gobierno nacional y los transportadores lograron finalmente un acuerdo que pone fin al paro camionero que ha mantenido en vilo al país. Aunque las partes celebran el consenso alcanzado, las consecuencias de la parálisis durante 4 días, dejan un sabor amargo en la población.
El acuerdo establece que el incremento en el precio del galón de combustible no será de $1.904, como inicialmente se había previsto, sino de $800, distribuidos en dos cuotas de $400 para noviembre y diciembre. Aunque esta modificación representa un alivio para los transportadores, el gobierno se resiste a ceder del todo, destacando que el decreto original no fue derogado, sino ajustado, lo que deja abierta una interpretación de victoria simbólica para ambos lados.
Sin embargo, este resultado llega tras meses de tensiones innecesarias. Durante seis meses, las partes intercambiaron acusaciones, amenazas y permitieron que el conflicto escalara hasta niveles críticos. El país ha enfrentado un escenario de desabastecimiento, con aumentos en los precios de los alimentos y combustibles, falta de atención médica en zonas rurales, pérdidas en las exportaciones y una congestión alarmante en los puertos.
El presidente Gustavo Petro, que había insinuado la posibilidad de utilizar fondos de Ecopetrol para renovar la flota de camiones a través de la chatarrización, también enfatizó en la necesidad de regular los pagos que las empresas intermediarias de carga hacen a los camioneros, con el objetivo de garantizar un pago justo en los fletes.
Ahora, el reto será restablecer la normalidad y disminuir la tensión que ha sacudido al país en los últimos días, en espera de que todas las partes involucradas aprendan de los errores y gestionen mejor los conflictos en el futuro.
