El exalcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, sufrió este jueves un doble revés en su intento por volver al escenario político nacional. Tanto la Registraduría Nacional como un fallo de tutela le pusieron freno a su aspiración presidencial para 2026, al considerar que su participación en la consulta del Pacto Histórico lo deja automáticamente inhabilitado para inscribirse por firmas o por otro mecanismo electoral. En otras palabras, Quintero ya se midió, perdió, y por ahora no podrá volver a medirse.
El golpe llegó por partida doble. Primero, la Registraduría negó la inscripción del comité de ciudadanos con el que pretendía recoger firmas para respaldar su candidatura a la Casa de Nariño. Luego, un juez de tutela desestimó su reclamo, concluyendo que no hubo vulneración de sus derechos políticos. La decisión deja al exmandatario sin margen de maniobra y con su estrategia política empantanada, apenas unos meses después de intentar proyectarse como una figura nacional.
De acuerdo con el concepto de la Registraduría, Quintero incurrió en una inhabilidad insalvable. La razón: no renunció de manera formal ni dentro de los plazos establecidos a la consulta del Pacto Histórico, lo que lo convierte en un precandidato que ya participó de un proceso electoral en curso. La ley es clara en ese punto: quien haya sido precandidato en una consulta no puede acudir luego a otro mecanismo de participación para la misma contienda presidencial. “Quienes hubieren participado como precandidatos quedarán inhabilitados para inscribirse como candidatos en cualquier circunscripción dentro del mismo proceso electoral”, dicta la norma.
El episodio se remonta al 15 de octubre, apenas diez días antes de la consulta que terminó con el triunfo de Iván Cepeda. Ese día, Quintero anunció que se retiraba del proceso, argumentando que la consulta se transformaría en un mecanismo interpartidista y no exclusivamente del Pacto Histórico. A su juicio, esa modificación le impedía competir en el llamado Frente Amplio, una convergencia de sectores de izquierda y centroizquierda que buscaba elegir un candidato de consenso.
Para justificar su salida, el exalcalde insistió en que no estaba afiliado a ninguno de los tres partidos que participaron formalmente en la consulta —el Polo Democrático, la Unión Patriótica y el Partido Comunista—, por lo que consideraba tener libertad para buscar otros caminos. “Dado que la consulta ahora es entre tres partidos a los que no pertenezco, y que nunca autoricé participar en una consulta de ninguno, quedó en libertad para aspirar en marzo o mayo”, declaró en ese momento. Sin embargo, su intento posterior de inscribir un comité de firmas ante la Registraduría fue rechazado.
La controversia quedó en suspenso hasta este 6 de noviembre, cuando el organismo electoral publicó una resolución de ocho páginas que deja sin efecto las pretensiones del exmandatario. En el documento, la entidad confirma que el 26 de septiembre, un mes antes de la consulta, las colectividades del Polo, la UP y el Partido Comunista sí habían inscrito formalmente a Quintero como precandidato en el acuerdo de voluntad que dio origen al proceso.
A partir de ahí, el panorama fue concluyente. Según la resolución, el periodo para modificar candidaturas expiró el 3 de octubre, sin que ninguna de las organizaciones políticas presentará renuncia o solicitud de retiro del exalcalde. Es decir, su participación quedó en firme, y cualquier intento posterior de desligarse de la consulta carece de validez jurídica. En palabras sencillas: no podía retirarse de un día para otro.
El fallo de tutela, por su parte, reforzó ese criterio. El juez consideró que no se vulneraron los derechos de Quintero, pues las reglas del proceso electoral estaban claras y fueron conocidas por todos los participantes. Así, la justicia respaldó la posición de la Registraduría y cerró, al menos por ahora, el capítulo de su aspiración presidencial.
Con este doble portazo, Daniel Quintero enfrenta uno de los momentos más inciertos de su carrera política. Tras dejar la Alcaldía de Medellín en medio de controversias, el intento por escalar a la Presidencia parece haberse desmoronado antes de empezar. El exmandatario, acostumbrado a desafiar las estructuras políticas tradicionales, deberá ahora decidir si acata el dictamen o si, fiel a su estilo, busca una nueva ruta para mantenerse en el tablero nacional.












