En un movimiento que ha despertado más de una ceja y ha reabierto debates eternos sobre juventud, experiencia y merecimientos, Néstor Lorenzo, técnico de la Selección Colombia, explicó la sorpresiva convocatoria de Dayro Moreno para los partidos ante Bolivia y Venezuela por las eliminatorias sudamericanas. No fue un capricho ni una concesión nostálgica: fue, según sus palabras, una decisión basada en el momento, en el rendimiento actual y en la necesidad urgente de gol. Con esto, Lorenzo desmonta la narrativa de que el proceso era exclusivamente para los jóvenes y reconoce que el presente también tiene voz.
Durante meses, Dayro Moreno tocó la puerta con goles. Mientras algunos lo veían como un nombre del pasado, él se encargaba de demostrar lo contrario con cada anotación. En plena Copa Sudamericana, el tolimense no solo lideró a su Once Caldas dentro del campo, sino que se convirtió en el máximo artillero del torneo continental. Esa contundencia, esa insistencia silenciosa pero elocuente, terminó siendo demasiado ruidosa para ser ignorada por el cuerpo técnico de la selección.
Lorenzo, conocido por su convicción en consolidar procesos y mirar hacia el futuro, confesó que no fue sencillo tomar la decisión. “Nunca hablé de pensar a futuro. Hablé del momento”, dijo en entrevista con RCN Deportes. Lo que hizo cambiar su postura fueron precisamente los partidos que Dayro jugó en la Sudamericana: encuentros que, a juicio del entrenador, fueron “determinantes” no sólo para su club, sino para el análisis que él mismo hacía desde la distancia.
El contexto también empujó hacia esta elección. Las lesiones de Jhon Jáder Durán y Rafael Santos Borré, dos delanteros que hacían parte del núcleo más activo del proceso, abrieron una ventana que Dayro aprovechó con experiencia, olfato goleador y una dosis de carácter. Lorenzo, lejos de aferrarse a un libreto rígido, se permitió la flexibilidad que exige el fútbol: adaptarse al presente, aunque ese presente lleve casi cuatro décadas encima.
Pero la convocatoria no es solo un premio individual. En medio de un Once Caldas irregular en liga, el liderazgo de Dayro ha sido un faro. Es en el camerino donde su presencia también cuenta, y es allí donde Lorenzo ha sabido leer un valor que no se mide en kilómetros recorridos, sino en peso simbólico y emocional. La selección, tan joven en muchos frentes, también necesita figuras capaces de contener la ansiedad del vestuario.
Este gesto también remueve otra discusión: ¿puede el fútbol colombiano, tan aferrado a sus procesos, aprender a valorar lo que ocurre aquí y ahora? La inclusión de Dayro es una apuesta a corto plazo, sí, pero también un mensaje poderoso: no hay edad para ser útil, ni reglas inamovibles en el camino al Mundial. El gol, esa necesidad eterna de la tricolor, no entiende de generaciones, sólo de eficacia.
Néstor Lorenzo, al final, no traicionó su idea de proyecto. Simplemente la amplió. En un momento donde la Selección necesita soluciones más que discursos, Dayro Moreno aparece no como el héroe del pasado, sino como el recurso del presente. Y en ese presente, la pelota ya rueda con un mensaje claro: en el fútbol, lo verdaderamente importante sigue siendo el gol.