El Congreso olía a azufre: la réplica sin anestesia de la oposición a Gustavo Petro

En una jornada que pasó de lo protocolario a lo volcánico, la instalación del último año legislativo se convirtió en escenario de una réplica como pocas veces se ha escuchado en el Congreso de la República. Gustavo Petro, con su estilo característico, tomó la palabra durante más de dos horas y media en la apertura de sesiones. Pero el verdadero epicentro de la jornada ocurrió después, cuando desde la oposición, la representante Lina María Garrido alzó la voz con una fuerza que desbordó el recinto. Frente a frente con el mandatario, su discurso fue más que una réplica: fue un acto de ruptura.

Garrido, oriunda de Arauca y miembro de Cambio Radical, no tuvo reparos en mirar a los ojos al presidente. Con una voz que no vaciló ni una vez, se declaró decepcionada como congresista, como ciudadana y como votante. “Espero que me mire”, le dijo, mientras su intervención iba convirtiéndose en una disección despiadada de las promesas incumplidas del llamado “Gobierno del Cambio”. Sus palabras, lejos de ser un ataque partidista, nacían —según ella— desde la frustración de haber creído. «Usted traicionó a Colombia», sentenció sin rodeos.

Mientras el presidente defendía su gestión entre cifras, afirmaciones grandilocuentes y un optimismo que no todos comparten, el auditorio se dividía entre palmas y rechiflas. La oposición no solo escuchó: también abucheó, interrumpió y le gritó “mentiroso” al jefe de Estado. En medio del desorden y la tensión, se escuchó el estribillo que desde hace meses se ha convertido en himno de sus contradictores: “¡Fuera Petro!”. El Congreso, más que casa del debate, parecía una olla a presión.

Petro, por su parte, insistió en mostrar un país en movimiento. Afirmó, por ejemplo, que Antioquia había recuperado su músculo industrial gracias a su administración, sacándolo de las garras del crimen organizado. “Hoy Antioquia vuelve a ser motor industrial del país”, dijo. Y añadió que Colombia ya roza los siete millones de visitantes extranjeros al año, lo que, según él, demuestra un boom turístico sin precedentes. Pero sus afirmaciones fueron recibidas con escepticismo: para la oposición, las cifras no bastan cuando la realidad nacional las contradice.

El discurso de Garrido no solo apuntó a la gestión económica. Cuestionó la falta de resultados palpables en temas sensibles como la seguridad, el desempleo, la salud, y la descentralización prometida. “Los discursos ya no alcanzan. Ya no bastan las promesas de futuro si el presente está lleno de incertidumbre. El país no se transforma con poesía”, declaró la congresista, mientras varios de sus colegas asentían en silencio.

Y fue ahí cuando soltó la frase que condensó la atmósfera del recinto: “El Congreso hoy olía a azufre”. Una evocación directa a aquel célebre discurso de Hugo Chávez en Naciones Unidas contra George W. Bush. En esta ocasión, el “diablo” no estaba en Washington, sino a pocos pasos de su curul, según sus palabras. La frase cayó como un rayo. Algunos aplaudieron, otros se levantaron de sus sillas, y el rostro del presidente apenas se movió. Petro no respondió.

Con este cruce, queda claro que el último año legislativo no será un camino de rosas para el Ejecutivo. La oposición ha decidido no callar, y lo ha hecho con una contundencia que podría marcar la pauta para los debates por venir. En un país polarizado, donde la palabra se ha vuelto campo de batalla, la sesión de ayer mostró que aún quedan voces dispuestas a exigir respuestas con la mirada fija y sin rodeos.

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